“Padrenuestro multiforme” de Gabriel González Núñez

Read an English translation here.

El Padrenuestro es la más poética de las plegarias, un ruego que, habiendo sido trasladado de idioma en idioma, de época en época, habiendo atravesado el tiempo y el espacio, ha gozado de innumerables permutaciones. Me atrevo a agregar un sinnúmero más; o mejor dicho: me atrevo a agregar 54 123 776 422 857 453 312 000 versiones adicionales, todas en castellano. Para producir esta cantidad, me he valido de un método antiguo: dividí el Padrenuestro en doce versos, cada uno de los cuales he presentado en siete versiones diferentes.

Opté por doce columnas y siete hileras porque algo de cabalístico tienen esos números. Me atrevo a reproducir abajo tres, también por motivos atávicos, de los 54 mil trillones de versiones posibles.

70
Abba, nuestro, celestial,
santo es tu nombre.
Que llegue tu reino a la tierra.
Que sea según tu voluntad,
en el cielo y en la tierra.
Danos hoy algo de comer.
Te pedimos perdón por nuestros pecados,
porque hasta nosotros perdonamos a los demás.
Y no dejes de protegernos contra las tentaciones,
sino que sálvanos del enemigo;
porque Tú eres dominio, poder y gloria,
siempre, siempre, siempre. Amén.

15 728 194 822 184
Padre nuestro que estás en los cielos,
glorificado sea tu nombre.
Revélese tu reino.
Sea forjada tu voluntad,
como se cumple en los cielos cúmplase también en la tierra.
Danos hoy alimento antes del final de este día.
Te pedimos perdón por nuestros pecados,
en la medida en que incluso nosotros perdonemos a los pecadores.
Y no nos dejes sin tu escudo a la hora de las tentaciones,
sino que líbranos del enemigo;
porque tuyos son el dominio, el poder y la gloria,
por todos los siglos de los siglos. Amén.

113 6726 928 836 333 312 070
Padre nuestro que haces de los cielos tu morada,
reverenciado sea tu nombre.
Manifiéstese tu reino.
Sea realizada tu voluntad,
como en el cielo también en la tierra.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Perdónanos nuestros incumplimientos,
como incluso nosotros perdonamos a quienes no cumplen.
Y no nos dejes sin tu escudo a la hora de la tentación,
sino que líbranos al enfrentar al enemigo;
porque tienes el dominio, la potestad y el esplendor,
por siempre jamás. Amén.

Quedará en el lector pronunciar las demás lecturas.